jueves, 22 de marzo de 2012

Un texto

Darío Ariel Torres Urquidi



Yo trabajo en el puesto de los payasos que gritan desesperados pidiendo auxilio, con los ojos desorbitados y con las manos atadas.



Y este es un texto que escribí para una chica que…












Te veo y te amo.

Te deseo y te persigo.

Te busco y te regalo un peluche que dice te amo.

Te hablo y te asusto.

Te insisto y te ruego.

Te ruego y te llamo.

Te ruego y te grito.

Te ruego y te imploro.

Te ruego y te odio.

Entonces

Me voy de tu ciudad. Me pierdo mucho tiempo. Cierro mi puesto de payasos que gritan desesperados pidiendo auxilio, con los ojos desorbitados y con las manos atadas.

Y entonces vuelvo.

Te secuestro.

Te pego los ojos.

Te ato las manos.

Te amordazo la boca.

Te corto el pelo.

Te pongo el sombrero azul.

Te desnudo.

Te violo.

Te limpio.

Te visto.

Te saco una foto con el peluche que no quisiste recibir.

Te llevo cerca de tu casa, y me quedo con las ganas de saber cómo es tu rostro cuando gritas; y te dejo, y me quedo con las ganas de saber cómo son tus ojos pidiendo auxilio; y te beso, y me quedo con las ganas de saber cómo me veía yo cuando me hacían lo mismo, ese día que los payasos empezaron a gritar.

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